Bailar es pecado?

Poco después de entrar en Tarragona las tropas de Franco rezó en la catedral José Artero, canónigo de la de Salamanca, “Perros catalanes, no sois dignos ni del sol que os ilumina”. Pocos días después, la sinagoga de Barcelona situada en un chalet de Balmes y Provença fue saqueada y destruida por falangistas. Es de agradecer que dejaran tarjetas de visita tan palmarias.

En 1944, tenía casi diez años y, por una pequeña lesión pulmonar, secuela del hambre que nos trajo el franquismo, me mandaron a pasar un verano con una familia payesa de Vic, en el fondo para que comiera. Supe que en la Ciutat dels Sants no se podía bailar, una de las pocas formas de sociabilidad de la época, en ningún local público por expresa prohibición del señor obispo. Algo más tarde entró el hermano Ángel en el aula –mis padres quisiera suponer que con la mejor intención del mundo me llevaron a desasnar a los Escolapios- y nos espetó, niños, ha muerto el diablo. La sorpresa, que duró horas, fue mayúscula, luego supimos que había fallecido el presidente Roosevelt

Parecería que aquellos tiempos no volverían, pero andábamos bien equivocados. Una transición enclenque ha tenido una serie de resultados, entre ellos que la Iglesia Católica siga gozando de privilegios y prebendas que no se dan en otras sociedades con una «democracia» menos descafeinada que la nuestra. Ahora en Cataluña vuelven a gobernar los de antes con su política económica liberal –como siempre antipopular, digan lo que quieran especialistas en el siglo XIX- pero aliados con grupos fundamentalistas y reaccionarios. Uno de los más virulentos y exasperantes, e-cristians, lo lidera José Miró i Ardèvol, muy vinculado a Duran i Lleida y apoyando sus impetuosas campañas contra clínicas abortistas legales y sosteniendo que la homosexualidad es un desviación antinatural que puede superarse con un tratamiento adecuado. No hace tanto los zurdos eran maltratados y castigados para que se valieran de la mano derecha pero siglos atrás eran conducidos al tribunal de la Inquisición.

En sus campañas diz que moralizadoras han conseguido retirar de la programación de TV3 la serie “Infidels”. Pero como suele ser propio de estos chupacirios pueden superarse. Pudimos leer en El País, 22/03/11, de “Gang Bang. Abierto hasta la hora del Ángelus”, pieza de Josep Mª Miró que se estrenó el jueves. E-Cristians se escandalizó y su presidente Miró i Ardèvol afirmó “No somos los guardianes de la moralidad de nadie. Cada uno puede tener los gustos que quiera […]. Defendemos que no se atente contra las creencias de una parte importante de la sociedad”, pedían a Mascarell, Conseller de Cultura, “una revisión personal de la obra y que asuma una decisión pertinente, ya que su contenido puede resultar escandalosamente desafortunado” y lamentaban una violación en grupo y consentida. Pasmó al autor “el alto grado de imaginación de los que se han escandalizado porque no han visto la obra” todavía y por que una violación consentida es imposible. Sergi Belbel, por su parte, director del TNC afirmó “Si en algún momento viera peligrar mi libertad dimitiría”. Pero de momento es la obra de la que más entradas se han vendido en la pre venta.

Me asombra el empeño puritano de estos meapilas por obras de teatro –basta con no ir- y que callen, de forma tan marrullera, ante tantos atropellos clericales, cientos de sacerdotes convictos de pederastia y tantas monjas implicadas en el robo de bebés.

El cartel del principio era frecuente durante el franquismo y pude verlo cada vez que visitaba a Carlos Barral en su despacho. Ellos pueden sostener, faltaría más, que bailar es pecado y deben abstenerse de practicar esta forma de relación, pero no tienen ningún derecho a imponer sus hábitos y costumbres a los demás.

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