También la lluvia

Me sorprendía, pero tampoco demasiado, en mi entrega anterior del desvarío nacionalista de Peces Barba, imitado por Aznar o viceversa. Vuelvo sobre ello porfiando en dos aspectos: Acá, y doquier, la empanada se basa en un engendro sobre el pasado con él que nada tiene que ver, la llamo Historia Sagrada (HS), por su idiosincrasia taumatúrgica y una de sus astillas es la Leyenda apologética y legitimadora (Lal) sobre la conquista de América. Se las rescribió durante la Guerra, las magnificó el franquismo y están vigentes en demasiado centro escolar.

Para el trabajo “La reina del hogar” escogí cinco especimenes bien poco ejemplares de ambas, el obispo Vizcarra, el jesuita Herrera Oria, el cura filósofo García Morente y dos escritores considerados historiadores, Mercedes Gaibrois y José Mª Pemán.

El segundo aspecto tiene que ver con una de mis neuras, sostengo que mucho creador inspirándose para sus obras en el ayer, puede acercarse más a lo ocurrido que los cronistas. En También la lluvia, nos pareció fabulosa, Icíar Bollaín detalla la agresión al Nuevo Mundo con trazos únicos, contrasta bondad, generosidad y sencillez naturales de los originarios con crueldad,  hipocresía y codicia de los invasores, que acosan, torturan o matan sin piedad; rol de perros, como bestias militares o verdugos; abismo entre el discurso de los cristianos y su proceder; rotundas e inútiles denuncias de Montesinos o Las Casas; persistencia de canalladas   –por el papel jugado por los canes- hasta la actualidad frente a la HS republicana sacralizando a libertadores que no trajeron, precisamente, la libertad para la mayoría.

“Debe España, decía el obispo, completar la obra iniciada en Covadonga, Granada y Lepanto, destruyendo la secta de Mahoma y restituyendo al culto católico la catedral de Santa Sofía […] combatiendo y derrotando al Anticristo y a su corte de judíos; […] tienen que cantar un día el Credo de Nicea en […] Santa Sofía, después de haber rasgado en su pórtico, entre los aplausos de la Morisma bautizada, los falsos mandamientos de Mahoma”.

El jesuita describía la América de 1492: “los hombres viven como salvajes en los bosques […] se matan los unos a los otros, y hasta se comen unos hombres a otros; no tienen iglesias ni campanas, sino unos templos en los que adoran ídolos muy feos”. Añade “no hay ciudades”. Le habría bastado leer en la crónica de Bernal Díaz el estupor que les produjo Tenochtitlan. Pero él porfiaba, fue “una gloria […] contemplar cuán rápidamente España había civilizado a los que antes andaban por los montes como fieras […]. Hasta los espárragos […] los llevó a América un español”. Al empezar el siglo XIX, “Masones, disfrazados de curas y frailes […] predicaban al pueblo sencillo” la sublevación contra la monarquía castellana.

El filósofo fabula una etapa germinal de la HS, la Reconquista, “un puñado de españoles consciente de su alta misión histórica […] en quienes las virtudes futuras de la raza habiánse ya depurado, fortalecido y acrisolado, oponen a la ola musulmana una resistencia verdaderamente milagrosa. En […] Asturias salvose la cristiandad, y con ella la esencia de la cultura europea. […] España, a quien la Providencia confirió la misión de salvar la cultura cristiana europea, asume su destino con plenitud de valor y de humildad; y durante ocho siglos lleva a cabo, a la vez, dos empresas ingentes: oponer su cuerpo y su sangre al empujón de los árabes […] y hacerse a sí misma, crearse a sí misma como nación consciente de su unidad y de su destino”. Gesta que protagonizó “El caballero cristiano. Siglos de Reconquista han impregnado de religiosidad hasta el tuétano el alma del […] paladín defensor de una causa, deshacedor de entuertos e injusticias. […] despreciará como mezquina toda adhesión a las cosas y cultivará en si mismo la grandeza […] una de sus características radicales [es que] resulta imposible separar y discernir en él religiosidad y caballerosidad […]. Grandeza generosa la de España en el siglo XVI enviando a sus hijos al Nuevo Mundo a hacer cristianos y a fundar naciones, no a establecer factorías de pingüe comercio […]. Los españoles que iban a América a poblar, iban, pues, a cristianizar el país”.

Doña Mercedes comienza por lo esencial, “La Historia es como un cuento maravilloso; pero un cuento en que todo es verdad, en que son ciertos los hechos grandiosos, heroicos y emocionantes que refiere. La Historia cuenta lo sucedido en el mundo desde que Dios lo creó […]. España […] tiene una Historia noble y luminosa, llena de sucesos gloriosos./ Los españoles, en todos los tiempos, han realizado hechos magníficos […] y la Historia nos contará sus proezas”; algunas prodigiosas. “Cuando Santiago predicaba en Zaragoza, se le apareció la Virgen” o Colón “había descubierto las tierras que esperaba encontrar”. Mucho después “los rojos” perpetraron “millares de asesinatos de personas de orden, lo mismo ancianos que mujeres y hasta niños, martirizándolos con ferocidad”.

El poeta alférez, presidió, con categoría de ministro, la Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado (X/1936) que depuró personal docente, sancionando 15.500 maestros y casi un tercio de los catedráticos de universidad. Defendiendo una de las infamias de la real pareja decía “Es falsa la afirmación de que la Inquisición fuera más severa o cruel que los demás Tribunales de Justicia de la época. Es mentira. [Sus métodos] eran más benignos que los de cualquier otro Tribunal. Fue el primero que prohibió la tortura”. Cisneros que mandó quemar la biblioteca de Granada, la mejor de entonces, era “hombre enamorado de la cultura y de los buenos libros”. En la gesta, “España consideró siempre a los indios como hombres libres, hijos de Dios y hermanos nuestros”, sólo persiguió “hacerlos cristianos y civilizarlos”. Terqueó “El esfuerzo […] para dominar aquellas tierras lejanas, es una de las maravillas mayores de la Historia del mundo. Todo estaba allí por hacer. No podemos [imaginar] lo que para un hombre acostumbrado a la vida europea debía ser encontrarse de pronto frente a aquella Naturaleza salvaje, nunca domada por el hombre./ Y frente a esta Naturaleza, no había ningún instrumento de dominación. Todo tuvo que llevarlo España: el caballo, el perro, el trigo […]. Todo era nuevo y milagroso. Se volvieron a vivir en América las primeras horas del mundo”. También rehusaba la Leyenda Negra; bastaba leer “las Nuevas Leyes que para el gobierno de aquellas tierras dio Carlos V. […] un modelo de amor a los indios y de cuidado para sus almas y para sus cuerpos. Se prohíbe en ellas otra vez la esclavitud. Se ordena que los indios sean bien tratados”. El poeta, un meritorio del olvido, negligía lo que de ellas decían en Indias, “Se acatan pero no se cumplen”. Reveló su racismo detallando “Nueva limpieza de moriscos”. Veía la Guerra de la Independencia y el Movimiento Nacional equiparables, “Los dos nacieron de la misma hondura y verdad del alma española”. Tras el triunfo de Riego “la revolución muestra ya por entero su cara espantosa […]. La masonería es la que manda y dispone […]. Toda España se llena de crímenes que tienen todo el refinamiento brutal de los que, luego, hemos llamado ‘rojos’. Y la guinda, si en la República se unen “todos los enemigos de España, en el Movimiento Nacional se concentran todas las fuerzas de salvación. Y al frente […] Franco: el valor sereno, la idea clara, la voluntad firme y la sonrisa. Porque Franco no es el ‘dictador’ […]. Es el padre que reúne bajo su mando, como una gran familia, todas las fuerzas nacionales. Por eso su gesto no es hosco: Franco sonríe y acoge”.

Asesinos y homicidas

En toda turbulencia social hay dislates, desde julio del 36 en el lado leal se perpetraron algunos crímenes, pero en el bando franquista y hasta la muerte del déspota hubo un plan de exterminio para amedrentar al pueblo y liquidar adversarios. Basta citar dos canalladas, bombardeos de ciudades, con la mayoría de víctimas, viejos, niños y mujeres sin nada que ver con el pleito o acoso aéreo a quines huían de Cataluña, inicios del 39, buena parte del resto de España que llegaron al Principado aterrorizados por la vesania que vieron o de la que supieron cuando los fascistas conquistaban su tierra.

Millares de paisanos padecieron los horrores del ejército y sus cómplices, civiles y eclesiásticos, falangistas o tonsurados, similares a los que sufrió tanta gente en Indias. Miserablemente sin originalidad. La hueste argentina comandada por el general Roca, por citar un caso, que conquistó lo que ellos llamaron de forma abusiva Desierto, exterminando a sus nativos o cimarrones, fue el antecedente de la milicia dirigida por los comandantes Onganía o Videla que avasallaron el país de 1966 a 1970 y de 1976 a 1983.

Obras citadas

1) Vizcarra y Arana, Zacarías de, Acción Española (16, 1/VIII/1932, 394- 400)

2) García Morente, Manuel, Idea de la Hispanidad, Espasa-Calpe, Madrid, 1947,  267.

3) Herrera Oria, Enrique, España es mi madre, Imp. Católica, Valladolid, 1939, 327.

4) [Gaibrois, Mercedes],  Manual de la historia de España. Primer grado, Instituto de España, sl, 1939, 78.

5) [Pemán, José Mª] Manual de la historia de España. Segundo grado, Instituto de España, sl, 1939, 288.

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